Me encuentro en la calle. Una calle
céntrica de cualquier ciudad occidental.
Observo las caras de la gente al pasar.
Personas, que con habilidad heredada del pasado remoto de la
humanidad, caminan sin mirar al frente, evitando cualquier colisión
con personas u obstáculos.
Sus ojos ya no observan a su alrededor,
sus ojos han dejado de ver y simplemente miran sus pequeñas
pantallas.
Los teléfonos móviles y el estar
siempre conectados a la red, convierten al ser humano en una especie
de robot, carente de sentir,m lo que sucede a su alrededor.
Sigo observando y mis pensamientos
tratan de analizar el futuro de la humanidad.
¿Si ahora la gente, parece no vivir,
sin su pequeña pantalla conectada a la red? ¿Qué pasará en el
futuro próximo?
Sigo caminando entre multitudes y
observo como una joven y hermosa golondrina se detiene sobre un cable
telefónico. Ella también observa, pero nadie parece observar a
ella. Las personas, simplemente tienen ojos para sus pantallas.
Pero algo ocurre. Una chica a lo lejos
parece también observar a la golondrina.
En ese mismo instante, la golondrina
alza el vuelo y la chica, sin nombre, la sigue con su mirada, hasta
que la golondrina desaparece entre grises edificios.
La chica me mira...sonríe...
Y en mi soledad, entre la multitud, se
que aun hay gente despierta.