
La música forma parte de la vida de todas las personas.
Todas las culturas tienen una base musical. La música lo impregna todo.
Incluso cada planeta emite una melodía particular que los hace únicos.
Hasta los animales y las plantas reaccionan de una forma determinada al escuchar o captar ciertas melodías.
Cuando estamos animados escuchamos un tipo de música, cuando estamos melancólicos nos dejamos llevar por canciones determinadas, cuando deseamos relajarnos escuchamos melodías suaves y armónicas...
Es una gran verdad cuando se dice: Hay una canción para cada momento de nuestra vida.
Los chamanes, los brujos, en los cultos de todo el mundo, en las religiones, la música, el ritmo, consiguen alterar nuestra consciencia e incluso se dice que ciertos cantos, melodías y la pronunciación de ciertos nombres de forma cantada, consiguen una conexión con la divinidad o con el todo.
El universo, la naturaleza, nosotros y todo aquello que nos rodea vibra de una forma determinada y única.
El amén para los cristianos, el Om para los hindues y los budistas, el Alá para los musulmanes, son vibraciones que llevan a la divinidad, a la conexión con el todo.
Quizás la música y el sonido melódico es uno de los grandes enigmas del universo y si todo tiene un sonido, si todo tiene una vibración, entonces el todo tendría en su conjunto un único sonido, y por consiguiente ese sonido sería el sonido que engloba todo y por tanto el sonido de Dios.
Si reflexionamos nos daremos cuenta que la música está en todo y que necesitamos de ella para nuestro día a día, pero quizás también necesitemos del sonido para alcanzar niveles más altos de consciencia.
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